Ignoro la reacción en la ciudad
correspondiente y quien tomaría cartas en el asunto, si la autoridad civil o la
universitaria, pero si ello se lograra, equivale a la entronización del
absurdo, pues lo primero que nos preguntaríamos habría de ser: ¿Qué celebramos?
o ¿A qué refiere la fiesta?, ya que no habiendo motivo, lo demás no se sostiene
pues carece de estructura que lo soporte.
Sin embargo, una declaración como la que
nos ocupa, nos debe hacer recapacitar, aunque no faltarán seguidores que la
secunden, ni tampoco pesimistas que piensen que, por desgracia, ese es el
sentir más generalizado respecto a la Navidad y que, solamente unos cuantos
idealistas a quienes la mayoría más ruidosa juzga de anacrónicos o desubicados,
mantienen el sentido original de la Navidad. La fiesta hoy en día -podrán
decir- es universal, pero, insisto ¿Qué celebramos entonces? ¿Porqué o para qué
tanta algarabía?
Ahora que en muchos campos del quehacer
profesional y de la vida diaria se habla de la excelencia y que para ello es
necesario ir a la raíz de donde surge la empresa que nos ocupa, o de encontrar el
núcleo
sobre el que se desarrolla o da vida a nuestras ideas, también conviene volver
a examinar motivo que estamos celebrando, y al mismo tiempo, la manera en que lo
hacemos; si las formas corresponden al núcleo o raíz de donde partimos
estaremos manteniendo viva y con sentido una tradición, ya que las formas
terminan por condicionar el resultado que buscamos; si nos olvidamos del origen
y los procedimientos no responden al fin que buscamos, el resultado será
incierto y muy probablemente distinto al planeado.
La Navidad es por antonomasia, una fiesta
cristiana que ha tenido tal impacto que, muchos se hayan unido, aún sin tener
noción del origen de la celebración; seguramente lo descubrieron por las
manifestaciones externas, pero ha sido nuestra falla -de los cristianos- no dar
a conocer las causas o el motivo de nuestro regocijo, y en ello, seguramente
con buena voluntad en principio, se fueron sumando otros e incluso cooperando
para el lucimiento de la fiesta, pero otros más, vieron la oportunidad de
negocio y, quienes no teniendo firme la idea de origen se convirtieron en
colaboradores y promotores de un desarrollo de las formas externas que terminan
por ahogar al motivo central de la fiesta: el núcleo o idea madre, la raíz de
origen: El nacimiento de Cristo,
segunda persona de la Santísima Trinidad que tomara forma humana para
liberarnos de los efectos del pecado.
Con este acontecimiento se inicia la era
cristiana y aunque la Unión Europea no quiera reconocer en sus constituciones
la influencia que el cristianismo tiene en su desarrollo y en otras partes del
mundo se den otras manifestaciones pero que responden a una misma causa, nos
regimos en buena parte del mundo por un calendario que se establece a partir de
un hecho concreto que constituye un hito en la vida de la humanidad que, como
en tantas otras cosas, si nos olvidamos de su origen, caemos en el formalismo
que termina por atosigarnos haciéndonos carente de sentido dicha celebración.
Es bueno saber, o recordar, que la Navidad
está precedida de otras celebraciones, con sus propias manifestaciones que,
expresado en términos civiles llamaríamos protocolo, pero siendo una
celebración religiosa en su origen, tal preparación es litúrgica y juntamente
con ella, surgen algunas otras prácticas extra litúrgicas que vienen a ser complementarias.
La preparación para la Navidad, en el
sentido litúrgico, se da con el Tiempo de Adviento, el cual marca el inicio del
nuevo ciclo, es un tiempo de penitencia y por ello el sacerdote usa para la
celebración de la Santa Misa, ornamentos de color morado y las lecturas de la
Sgda. Escritura que se siguen, nos hablan de la venida del Salvador,
invitándonos a disponer nuestras almas para recibirlo adecuadamente.
Entre las manifestaciones extra litúrgicas
que, bien entendidas son catequéticas, encontramos: la corona de Adviento; las
posadas y las pastorelas, acompañadas ambas de las coloridas piñatas, aportaciones
estas de la cultura del México Colonial; el árbol de Navidad y no menos
importantes las representaciones del nacimiento o belenes, entre otras muchas
más.
Posadas y Pastorelas nos ilustran sobre los
antecedentes del advenimiento de Cristo que por la ligereza de su exposición se
han hecho populares y, por tanto, más proclives a su alteración; como de hecho
así ha sido.
Las posadas nos muestran las dificultades
que sortearon María y José, en el tiempo inmediato anterior al nacimiento del
Hijo de Dios, así como las causas segundas de que la providencia se sirve
parara cumplir sus designios como lo fuera el edicto del César para que José y
María tuvieran que dirigirse a Belén y así se cumpla la profecía de que el Hijo
de Dios nacería en Belén de Judá.
Con cánticos sencillos, precedidos de la
recitación del rosario y de letanías, portando una representación de José y
María en atuendo de peregrinos, para cerrar recibiéndolos en el propio hogar
celebrando con golosinas tradicionales y piñata.
Si logramos establecer esta costumbre en
nuestras familias, no solamente mantenemos una tradición cristiana, con ello
reforzaremos la unidad familiar alcanzando una identidad más firme.
La pastorela es una representación teatral
más elaborada y los participantes más divididos en actores y espectadores, pero
viene a ser una representación de la lucha entre el bien y el mal; ángeles y
demonios, para influir en los designios de Dios sobre la humanidad, pero, que
al presentarse esta lucha de manera jocosa, también se ha prestado a mayores
deformaciones.
Generalmente, luego de la representación,
se celebra o se ofrecen ponches y otras golosinas, como también piñatas para
quebrar.
La piñata en su origen también tiene un
carácter catequético, pues sus siete picos representan los pecados capitales,
mientras que su colorido manifiesta el atractivo engañoso con que estos
ofrecen; a ello nos enfrentamos vendados de los ojos para mostrar las
limitantes personales con que hemos de enfrentar la insinuación, pero, si al
final logramos vencer, tendremos la recompensa, representada por la colación
con que se rellena la piñata.
El árbol de Navidad es un recordatorio del
árbol de la Cruz, así como la ornamentación que representa la manzana que
nuestros primeros padres comieron en el Paraíso y las luces de la promesa de un
Redentor. Es algo más que el aroma de bosque y las luces centellantes.
El tradicional Nacimiento, que iniciara S.
Francisco de Asís, es otra práctica que puede ayudar mucho para la formación
cristiana de chicos y grandes en el seno de la familia, yendo al núcleo del
papel que cada uno de los personajes ahí presentes juegan para cumplir la
voluntad de Dios: la Sagrada Familia, los pastores y los Reyes Magos; y
descubrir en ellos la parte que a nosotros corresponde para recibir el anuncio
de Cielo en que encontramos la razón de la venida de Dios a la tierra y la
misión que nos entrega:
“Paz en la tierra a los hombres de buena
voluntad”
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS EN TU CASA!
Teodoro
Rodríguez Chapa.
Navidad
2008.